Siguiendo las risas de las bacantes llegó al Montsant, en un carro tirado por panteras y adornado con hiedra. Con la intención de hacer vino y detener la vida, le puso nombre a los viñedos heroicos de Dosterras. ‘Y ahora, bebamos’ dijo Fernando Grajales entre los pámpanos despampanantes con tremenda desfachatez.
Nada sería lo mismo en Dosterras si cada año no fuera diferente. Tierra, arte y pura cepa: Vinos elegantes aliados de la emoción, elaborados con tiempo desde una esquina del Priorat.